miércoles, 16 de enero de 2008

Imagínate por un segundo siendo un pez, un pez de esos caseros que sólo invierten su tiempo en aletear abarcando espacio en su pecera (estarías redimido de las abrumantes ocasiones en que obligadamente disponen de tu afamado amigo descanso), de esos a los que sólo puede estragar su vital compañera agua (así te librarías de cualquier mala intención, rabia, agobio, problema o secuencia calamitosa de tu vida que pudiera infamemente corromperte), de esos que enajenados quedan solamente al ver revoloteando en su casa de cuatro paredes transparentes uno que otro puntito que los pueda saciar al embuchárselos por el tragadero (ya nada te asombraría, o mejor, no esperarías más eso que quieres que te sorprenda, sobrevivirías sólo con el éxtasis que degustar te provocaría y, de pasada, vivirías desinhibidamente, con preocupación cero por el qué dirán, pues todos ya habrían visto lo que haces), de esos peces que únicamente se abrigan con la intemperie (no vivirías pendiente de no hacer el ridículo con lo que te pones y no perderías esos preciados momentos que cuando estás con retraso se van eligiendo los harapos mejor avenidos que finalmente nadie te mira), de esos que su memoria no aguanta más de diez minutos reteniendo parajes, estadías y compasiones (“rencores, envidias, sabotajes, boicots, sinsabores y desprecios, ¿qué es eso?”, eso dirías, y perdones y olvidos serían los que te inundarían), de esos que por tempestad y aguacero no se preocupan (no sentirías calor ni frío, no habría necesidad de cambiar atuendo de acuerdo a la estación, y tu depósito de basura se repletaría con paraguas y sombrillas), de esos a los que si osas tocarle una escama o un aleta, no les impulsa a nada más que a acelerar (no te ocuparías más en satisfacer carnalmente a nadie ni te interesaría ser complacido, así no profanarías más tu aposento con revuelcos, y te importaría un ajo si te comportas o se comporta como alguien de hiel, de miel o de piel), de esos que…
¡Se cortó la luz!
No me hagas caso y mejor sigue siendo el ente que eres, porque por lo menos tú en las tinieblas sobrevives.

domingo, 6 de enero de 2008

Agobio

En la que hasta unos escasos días me abrazaba, el cinismo inundaba mi diario existir, la falsa alegría disfrazaba mi sonrisa y la ansiedad mordía mis pensamientos. En la que ahora me abriga, nada es con caretas. Mis deseos se sumergen en la transparencia y reflejan mis más recónditas sensaciones.


(Todo oculto en mi desenfrenado júbilo sigue, igual que siempre. Vagando por los laberintos del pensar que carecen de final y sin propósito están, mis emociones y mis anheladas, mas irrealizables, vivencias, se hacen presentes.)




¡Eureka! Lo sé:
Mísera e infeliz,
Maldita e intrascendente.
Mierda de vida.

Entradas más recientes Entradas antiguas Inicio