domingo, 6 de abril de 2008
El mismo rincón asaltado del corazón que acabó por ceder su protección a lo mismo, salvaguardándolo y dejando a un lado lo antagónico del efecto. La misma necesidad de despojarse ya y a la vez de retardar la despedida, teniendo los mismos deseos de caricias desconocidas, momentos irreemplazables y palabras melosas. El mismo dolor que provocan la distancia y la presencia con la misma incertidumbre en la afinidad. Iguales sentimientos e idéntica sensación perdida en las marañas del entendimiento. El mismo final inconcluso y las mismas pasiones frustradas que infatúan a un mismo ser desdoblado en dos sujetos.
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