domingo, 9 de marzo de 2008

Nunca supe

Y seguía pegado a mí tratando de contarme qué le pasaba, trataba, trataba, mas no le salían las palabras. La vieja nerviosa subía más el tono que el niño y culpaba a su hija: no sé qué tan terrible puede ser, está mal, te dije que lo llevaras adonde el terapeuta. No quiso ir, y tampoco lo iba a obligar, respondía la madre. Ya basta, preocúpense en tranquilizarlo para que de una vez por todas cuente qué le pasa, decía yo. Yo ni siquiera los conocía, pero me interesó enterarme por qué estaba así, no fue menor ir pasando por ahí y que se me colgara del cuello pidiéndome a gritos ayuda, pronunciando necedades indescifrables. Ya verlo venir corriendo desaforado desde la esquina me dio pavor y tenerlo en menos de un minuto encimado, fue peor, sobre todo en esa avenida tan solitaria y peligrosa. Por suerte, detrás de él venían dos señoras que al parecer lo conocían… claro, lo conocían, porque después me enteré que eran su madre y abuela. Pero qué le pasa, por favor, explíquenme, les dije. Nada, nada, me decía perturbada una de ellas mientras procuraba comunicarse con alguien por teléfono. Al quinto intento lo logró, y entre los sollozos del niño alcancé a escuchar que había pedido ayuda a un tal Raúl. Yo no concebía la idea de que se empeñaran tanto las dos en hacer callar al crío cada vez que iba a empezar a entendérsele lo que hace rato ya quería decir, y tampoco entendía por qué me agradecían tanto la ayuda introduciendo la despedida; yo no iba a dejar solas a esas dos mujeres con ese chiquillo desquiciado que no me soltaba y menos a esas horas de la noche. Esperé con ellos hasta que llegó el auto que traía al supuesto auxiliador que no sirvió para nada más que para aumentar el llanto desesperante del cabro chico, tironeándolo de un brazo para despojarlo de mí. Por un instante pensé en agradecerle que me lo sacara de encima porque ya me tenía bañado en lágrimas, pero no pues, ese trato no es para un niño, menos si viene de un grandote bruto que no mide fuerzas. Pensando en qué decirle al desgraciado ese estaba, cuando me agarró del codo y me subió al auto junto con las dos viejas locas y el niñito y partió a toda velocidad. ¡Oye imbécil, para! Yo a esas alturas menos me explicaba qué cresta pasaba. Los gritos dentro del auto eran insoportables: la mamá del niño le encaraba a la anciana la mala ejecución de su trabajo, el hombre las hacía callar mientras manejaba descontrolado y encima el chico seguía lloriqueando. De pronto hacen parar el vehículo y la abuela (que iba sentada a mi lado) abre la puerta y con un impulso y una robustez que no sé de dónde sacó, me empuja a la calle. Caí a una poza de agua que la inesperada tormenta de principios de marzo había ocasionado, y vi marchar el auto, que provocó un estridente chirrido con las llantas, con el rostro del niño asomado en la ventana estirándome los brazos. Me quedé tirado ahí tratando de controlar el flujo de sangre que tenía en la rodilla por el fuerte golpe. Mientras me sobaba, pasó a todo dar un carro policial, al parecer siguiendo la huella del auto en que yo iba, y detrás de éste, otro más. El tercero se detuvo enfrente de mí y de él se bajó un oficial que se acercó a decirme

Me despertó el ladrido de las perras que hacen escándalo cada vez que viene el cartero. Traté de seguir durmiendo para reanudar el hilo del sueño como siempre lo hago, pero no pude y me quedé con las ganas de saber cómo continuaba la historia.

2 comentarios:

será q ese niño eras tú y ya no sabes de él porque ya no eres un niño. Me explico? es como si después de pasar a ser un niño, adoptaras otro cuerpo, otra mente (aunque sabemos que no se puede en el mundo real).
tal vez ese niño no quería transformarse en hombre y cuando lo hizo fue de un porrazo!
tal vez despertaste porque ya no importa qué te diga el oficial, la abuela, la madre, el padre, etc... ahora tu tomas decisiones.

Tú sabes que me cuesta esto, pero no sé, traté.

Te quiero, hombrecito!

Lo único que sé , es que te amo con frenesí son las tres d e la mañana no me da la mente pa leer todo sabes que soy buena leyendo peor ahora no puedo...

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